lunes, 8 de diciembre de 2014

¿Dejo llorar a mi hijo o corro a atenderlo?

Por Ceci Torres

 


Desde que uno está esperando bebé, solemos escuchar comentarios, consejos y recomendaciones de todos lados, desde tu mamá, suegra, amigas, hermanas, primas, compañeras de la oficina, etc, sobre todo tipo de temas, que si es bueno tener cesárea o natural, que es buena la mamila o el pecho, que si un doctor es mejor que otro y así múltiples temas.

Cuando uno se adentra a este mundo escuchas de todo y tomas lo que desde tus gustos, tus creencias y otras cosas te dicten. Pero ya que tenemos al niño en brazos es sumamente complicado, porque existen mil tendencias y opiniones sobre los temas y todos tienen sus muy respetables justificaciones.

Así me parece que es este tema, ¿dejo llorar a mi hijo o corro a atenderlo? 

Recuerdo que Diego tenía escaso mes de nacido y era sumamente demandante, todo el tiempo quería estar en brazos, se dormía en ellos e intentar dejarlo en su cuna era un tema, porque lo sentía de inmediato y comenzaba a llorar de nuevo. 

Había días que yo quería llorar con él, porque me sentía tan cansada que imploraba se quedara media hora en su cuna. Tema por el cual comencé a investigar y preguntar qué hacer.

El pediatra me dijo que lo dejara llorar, que le dijera que siempre lo iba a amar y no lo iba a dejar, pero que yo estaba ocupada y no podía estarlo cargando y porque si corría a atenderlo iba a ser una persona aún más demandante y me iba a tomar la medida. 

Otras personas, me decían que el vínculo, el calor y la seguridad se las daba uno de esa forma y que si nuestra chamba los primeros meses era dedicarnos a ellos, pues que lo que había que hacer era atenderlos. 

Honestamente yo quería gritar, no sabía qué era bueno y qué no. Recuerdo que un día lo dejé llorar e intenté hacer lo que el doctor me había dicho, fue un suplicio, pues después de 10 minutos yo ya lloraba con él y quería correr a cargarlo, pero por otro lado yo decía “tengo que ser fuerte, el doctor me dijo que máximo lloran 30 minutos".

Más tarde, me invadía una culpa terrible por sentirme una mala madre y no darle el calor y la seguridad que dicen les damos teniéndolos en nuestros brazos.

Al final lo que funcionó fue algunas veces sí ir y atenderlo y otras no, acercarme, hablarle y continuar. 

La verdad no recuerdo cuál funcionó y cuánto tiempo duró, lo que sé es que cada decisión es igual de respetable y que cada bebé y mamá somos distintos. Sin embargo investigué un poquito y les dejo algunos comentarios de expertos para que ustedes tomen la decisión que crean es la mejor:

Según Cristina Silvente, Psicóloga de la Salud y Perinatal, lo ideal son los brazos. Ella comenta que desde hace décadas, se conocen los efectos del déficit de contacto físico en bebés, especialmente en orfelinatos. Se conoce como la Teoría del Apego, desarrollada por autores como John Bowlby, Harry Harlow, Mary Ainsworth, entre otros. 

El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño/a con sus cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. 

Cristina y Sue Gerhardt, autora del libro "El Amor Maternal", afirman que en base a los conocimientos de neurociencia, “el bebé, para su desarrollo, no necesita ayudas pedagógicas o culturales, sino que es más apropiado, simplemente, cogerlo en brazos y disfrutar de él”. 

Las áreas del cerebro que en el futuro serán responsables del comportamiento social, la regulación emocional, el afrontamiento al estrés se desarrollan durante los tres primeros años de vida. Sentirse amorosamente en brazos del progenitor es el estímulo más importante para el desarrollo”. 

Las caricias ayudan a regular el sistema nervioso del bebé. 

Ahora toma tú la mejor decisión para ti y tu bebé.

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