viernes, 31 de octubre de 2014

Simplemente llegaste… no te conocía y ya nos amábamos.

Por Elizabeth Gallegos*




Era una cita de rutina, una mañana acelerada -como siempre en mi vida- un chequeo médico que me dejó atónita cuando la especialista dijo: “cigüeña a bordo”, abrí los ojos y dije “¿qué?”. En ese instante la tierra se cimbró para mí. Ahora entiendo, Nicolás es un volcán en erupción.

Otro sorprendido en esta historia, además del papá, fue el ginecólogo, pues al realizar el ultrasonido en la primera cita constató que era niño y que tenía casi 4 meses de gestación.

Siendo sincera mi corazón lo sabía todo desde meses atrás, él jamás se equivoca.

Ahora, a hacer planes, los primeros en conocer la noticia fueron mis suegros queridos y por supuesto mis papás, que sin ellos  no estaría aquí y mi pequeño de 3 años no sería tan fuerte y sano como lo es.

Aunque en mi interior la conexión entre mi pequeño y yo era fuerte, conforme transcurrían los días las dudas se intensificaban. ¿Nos casamos, sí o no? Y pues sí. Leopoldo y yo decidimos que nuestra familia estaba completa con la llegada de  Nicolás. Los preparativos nos dejaron exhaustos, pero el gran evento estaba por venir. La unión de amor y la integración de nuestra nueva familia valían la pena.

Desde que Nicolás llegó a nuestras vidas, el día, los meses y los años son de pisa y corre, de lunes a viernes la vida laboral me come, pero trato de equilibrar mi tiempo y emociones con mi hijo, incluyéndolo en mi mundo, platicando sobre cómo le fue en el día, qué comió, qué actividad realizó, y mi hijo siempre tiene una sola pregunta para mí: “¿Eres feliz?” Y mi respuesta es “sí amor, te tengo a ti”.

No permito que el sentimiento de culpa me llegue pues el fin de semana lo compenso, dedicándoselo completamente.

Ser mamá no es tarea fácil, la labor de educar para construir reglas y transmitir valores que ayuden a nuestros hijos a su desarrollo y formación es maravillosa, porque sabrás que estás formando hombres y mujeres de bien.

Y aunque a veces estés tirando la toalla –literal-  vale la pena vestirte de súper héroe con una capa improvisada de lo que encuentres a tu paso, por ver su cara de sorpresa y escuchar su risa de travesuras.

Vale la pena cuando acaricias sus manitas, lo contemplas y es igual a ti. Obvio con algunos genes de papá, pero lo que más me motiva y disfruto es compartir  sus logros en la etapa preescolar, donde se quiere comer el mundo a mordidas.

Hoy, puedo decir bienvenida la maternidad a mi vida y porque a los casi 40 también da miedo ser mamá, reconozco que soy una mujer plena, feliz y agradecida con la vida por haberme dado el amor de dos hombres maravillosos: mi hijo Nicolás y mi esposo.


*El periodismo y las relaciones públicas rigen mi vida laboral, mi historia de vida se construye de la mano de mi familia ¡Amo ser mamá!

Tres hijos… ¿Una locura?

Por Fabiola Tahuilán*



Sí, tengo tres hijos. Sé que algunos pensarán que los tiempos actuales no son apropiados para alimentar tres bocas, brindar educación y bienestar a los tres por igual, pero lo que sí sé es que los tiempos y designios de Dios son perfectos y los tres forman una bella armonía en mi vida complementándome cada uno con sus cualidades y habilidades muy particulares.

En marzo próximo cumplo 13 años de convertirme por primera vez en madre. Un camino que al principio me dio tanto miedo como a casi la mayoría de primerizas, pero ahora miro atrás y comprendo que no era difícil. Bueno, no tanto.

Cuando veo  ahora a quienes se están estrenando como padres o están próximos a serlo, me entra una gran nostalgia, porque ¿saben? Nunca es suficiente decir “disfruta tu embarazo” o “el tiempo pasa rápido, crecen tan pronto”. Uno siempre siente que quedó algo pendiente.

La mayoría de las veces las preocupaciones y las ocupaciones cotidianas, aunadas al tiempo que se va volando no nos permiten disfrutar algunos instantes que no se volverán a repetir.

A mí me ocurrió con mi hija la mayor. Al termino de mi incapacidad me incorporé nuevamente al trabajo, tuvimos que organizarnos mi esposo y yo para dejar a la niña con su abuelita y que ella cuidara de la pequeña; transcurrió el tiempo, apenas recuerdo con tristeza cuando mi mamá me llamó al trabajo y me dijo: “Hija,  Aranza ya dio su primer paso”.

Se me hizo un nudo en la garganta y sentí impotencia de haberme perdido ese momento tan importante e irrepetible. Pero bueno, como dicen, algunas cosas por otras y en ese instante de mi vida era imposible que yo me dedicara de lleno a cuidarla.

Afortunadamente cuando tuve a mi segunda hija, Valeria, platiqué con Luis, mi esposo y le expuse que yo quería verlas crecer, así que decidimos que era el momento de retirarme temporalmente de trabajar.

Me gustaba mucho mi trabajo, tenía el reconocimiento de mis jefes, pero en ese momento mis prioridades eran otras.

El tiempo pasó y creyendo que nos quedaríamos con las dos niñas, llegó a nuestras vidas Luis Gustavo, el más pequeño, y bueno, una experiencia diferente a las anteriores ya que por ser hombre son distintos los cuidados que se deben tener.

En la actualidad tienen doce, nueve y siete años. Cuando volteo atrás, me pregunto cómo le hacía para atenderlos cuando eran pequeños, cuando dependían de mí para todo  desde comer, bañarse, vestirse etc.

Cuando  la gente me dice, “¡Qué locura! ¿Cómo le haces con los tres para la tarea, atenderlos, educarlos, lidiar con sus diferentes formas de ser?”, lo tomo de lo más normal porque estos años me han servido para entender que cada uno requiere su espacio, su tiempo y hasta una forma diferente de mostrarles mi amor.

Sólo el tiempo dirá si estoy haciendo un buen papel como madre. Por el momento me dedico a aprender de los errores de los demás para no cometerlos con mis hijos, tratando de guiarlos por el buen camino, pero sobre todo dándoles mucho amor por que, como diría mi madre, “¡Por la buena todo se puede!”.

jueves, 30 de octubre de 2014

10 cosas que cambian después de tener un bebé



1. Descubres en tu interior una fuerza que te agarra de sorpresa y hasta te asusta por su intensidad. Te sientes como una leona, preparada para defender a tu "cachorrito" con tus propias uñas y dientes.

2. Te das cuenta que puedes ir más allá de tu límite, y del límite de tu límite, y del límite del límite de tu límite... Y esto te hace sentir infinitamente exhausta y fatigada, pero a la vez infinitamente capaz (¡qué verdad tan verdadera!).

3. Sientes crecer dentro de ti un amor tan fuerte, poderoso y profundo, que a veces hasta te espanta y confunde. "¿Podré querer a otro ser como a esta criaturita?", te preguntas. Ya verás que sí (y ésa será tu gran sorpresa cuando nazca tu próximo hijo).

4. Por primera vez entiendes que "sacrificio" no significa sufrimiento sino: "sacro" + "oficio", o sea, "trabajo sagrado". Comprendes la enorme importancia del lugar que ocupas en el mundo como madre, y el gran valor de tu trabajo.

5. En tu casa, tu vida, tu trabajo... reina un nuevo orden, o más bien, desorden. Aceptarlo es clave para tu felicidad y paz interior, o sea que date por vencida y disfrútalo.

6. Borras de tu diccionario la palabra "asco". Cuando a tu hijo se le cae el chupón en el piso, lo recoges tranquilamente y lo "limpias" con naturalidad en tu propia boca antes de volvérselo a dar.

7. Aprendes a dominar el arte de la improvisación. Compones increíbles melodías, transformas tus dedos en marionetas, e inventas fantásticas y absurdas historias para mantener entretenido a tu bebé (sobre todo cuando está cansado, aburrido o enfermito).

8. Tu cinturita (y todo lo que queda al norte y al sur de ella) definitivamente no es la misma de antes, pero te sorprendes al darte cuenta de que estás mucho más interesada en el ombligo de tu bebé que en el tuyo propio.

9. Los momentos a solas con tu pareja son escasos y breves, pero los dos aprenden a disfrutarlos y aprovecharlos, aunque un cierto lloroncillo esté a punto de interrumpirlos.

10. Compruebas que nada, ni siquiera las matemáticas, es una ciencia cierta. Al fin y al cabo 1 + 1 = 3, y 3 no son demasiados, sino... una familia.


Fuente:

http://espanol.babycenter.com/a4900001/15-cosas-que-cambian-en-tu-vida-cuando-nace-tu-beb%C3%A9



Mi primer gran angustia

Por Sonia Soto Maya


Una vez pasado el mes de incapacidad que me correspondía al haber tenido a mi niña, separarme de ella no fue nada sencillo, pese a que sabía que no podía estar en mejores manos: las de mi madre.

Ese día fue muy muy largo, tal vez uno de los más largos de mi vida. A unos minutos de haberla dejado comencé a llorar en el coche, Gustavo me abrazó me dijo que iba a estar bien, pero sentí una tristeza muy profunda por la separación.

Creo que esa angustia no la volví a sentir hasta que cumplió un año y medio. Nuestra rutina cambió nuevamente, por diversas circunstancias mi mamá no podría cuidarla los martes y entonces fue cuando decidimos que iría a la guardería.

Yo tenía identificada una, siempre que pasábamos por el lugar donde estaba ubicada pensaba que era el lugar perfecto para que Ana se quedara una parte del día.

Pues bien, el día llegó y fuimos a visitar la guardería que yo había elegido, aún sin siquiera haber entrado a ella, eran días complicados pues se acercaban las vacaciones de diciembre, y no encontramos a la directora, nos atendió una Miss.

Escuchamos atentamente todo su plan de estudios y nos mostraron las instalaciones, el momento de escuchar el costo de la colegiatura y los materiales fue muy decepcionante para mi, pues no estaba dentro de mi presupuesto, creo que seguía aferrada a que Ana Luisa estuviera ahí, sin embargo, el destino me tenía preparada otra cosa.

Caminamos hacía el coche, cuando de repente encontramos un kínder y guardería, decidimos preguntar, ya que andábamos en eso: En esta ocasión sí encontramos a la directora del plantel.

Era una señora con una voz muy fuerte, ella siempre decía que no necesitaba ni micrófono para que la escucharan, nos sentamos en su oficina y su primera pregunta fue ¿cuáles son sus necesidades?

Desde ese momento comencé a sentirme cómoda con ese espacio, además de que la directora me inspiró mucha confianza: Miss Sara tenía una personalidad arrolladora, era de esas personas que sobresalen en donde quiera que estén.

Ese mismo día Ana Luisa tuvo su primer día, llegamos y le llamó la atención una fuente que estaba en la entrada, ahí se la llevó una de las maestras para distraerla en lo que nosotros salíamos sin que nos viera.

No les puedo describir la angustia que sentí, cuando pensé que ya no le hacía falta y que me había cambiado por el agua de la fuente. Mi instinto nuevamente me decía que estaría bien, fue el mismo que me llevó a elegir ese lugar, sin embargo, si intento describir la sensación fue como si me quitaran una parte de mí.

La situación no fue nada fácil durante una semana, Ana me tomaba de la ropa y no me soltaba cuando llegaba a dejarla a la guardería, fue parte del proceso de adaptarnos a esta nueva etapa ¿cómo lo sé?

Una semana después Ana ya ni se despedía, llegábamos a la puerta y solita tomaba camino.

Si quieren saber si la guardería que eligen para su hijo es la correcta, sólo vean su actitud, sabrán inmediatamente, si las maestras los tratan bien, si están contentos de llegar ahí. 

En el caso de Ana Luisa llegamos al lugar correcto: todos mostraban su cariño y dedicación por todos los niños del Roads School, desde la señorita Lucy que nos recibía en la puerta, hasta el señor Víctor que se encargaba de la limpieza.

En ese lugar Ana se volvió más sociable, aprendió a hablar, realizó su primer baile de primavera y dejó de usar pañal. 

Tal vez ella no recuerde a Miss Evelin, su primer maestra, pero yo siempre estaré muy agradecida por todo lo que le enseñó, pero sobre todo, por el cariño que le dio a mi niña. 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Primeros días del bebé en casa




En sus primeros días el recién nacido comenzará a adaptarse a su nuevo ambiente, aunque parezca que solo tiene energía para dormir. De hecho muchos bebés muestran pocos deseos de comer en esos días y es perfectamente normal que pierdan un poco de peso. También es normal que la piel tenga un discreto tono amarillento, esto último se debe a los ajustes que debe hacer su hígado inmaduro y suele desaparecer cuando comienzan a alimentarse regularmente.

Como hacerlo eructar

Los bebés suelen ingerir enormes cantidades de aire durante la alimentación. Para ayudarlo a eructar sosténgalo con la cabecita recostada sobre su hombro el cual debe tener cubierto con un pañal para evitar ensuciarse y dele palmadas suaves en la espalda.

Otra forma, es colocarlo semisentado en sus piernas con el tronco hacia adelante y la cabeza hacia abajo e igualmente le da palmaditas sobre la espalda, si lo coloca en esta postura una de sus manos lo esta sosteniendo por el abdomen. Si lo anterior no le da resultado colóquelo boca abajo por corto tiempo y vuélvalo a levantar para ayudarlo, repitiendo las maniobras antes descritas.

Regurgitación y vómitos

En los primeros meses de vida muchos niños regurgitan después de haber comido. Si la expulsión del contenido gástrico es brusca se dice que vomita y si esto ocurre con frecuencia el niño requiere la atención del médico.

Si el niño ha vomitado casi todo lo que ingirió no debe darle alimento nuevamente, trate de hacerlo esperar hasta la próxima toma, es preferible mantenerlo vacío y en reposo por un rato.

En caso de que los vómitos no cedan consulte al médico.

A medida que el niño sano crece, disminuye la tendencia a regurgitar y vomitar. Si su hijo no tiene esa tendencia y comienza a vomitar llévelo a su médico pues es posible que se trate de una enfermedad.

Las beposiciones del bebé

La primera evacuación del bebé es una masa verde negruzca de consistencia viscosa. Estas heces se llaman meconio y se forman en el intestino antes de nacer. Para el 2º o 3º día las heces comienzan a variar dependiendo de la alimentación.

Es normal que después de cada comida por efecto reflejo se produzca una evacuación, sin embargo no es extraño que en niños lactados al seno las evacuaciones no sean tan frecuentes e incluso pasen varios días sin deposiciones. No se alarme mientras vea a su hijo sano y normal.

El color de las heces de los niños alimentados al seno o con una formula maternizada es verde amarillento, de consistencia pastosa y sin forma. Si la consistencia es dura debe llamar al médico pues el niño está estreñido.

La diarrea se caracteriza por heces disminuidas en consistencia y/o aumentadas de frecuencia y en las primeras etapas de la vida pueden deberse a mala esterilización de las tetinas, precarias condiciones de higiene (lavado de manos), o mala preparación de la fórmula y por tanto debe consultar a su doctor.

Es importante que recuerde que las evacuaciones de cada niño son diferentes y que si su hijo continúa con buen apetito, ganando peso, y sano es señal de que todo anda bien.

Contacto físico

El recién nacido es muy sensible al contacto físico por lo que Ud. puede trasmitirle sensación de calor y protección sosteniéndolo a su lado cada vez que pueda. El niño se conforta y se deleita cuando escucha los sonidos de su corazón. Su abrazo le da sensación de abrigo y seguridad igual que cuando estaba en su útero.

Su atención a las necesidades emocionales y físicas del niño durante el primer año de vida favorecerán el desarrollo de una personalidad saludable.

La hora de comer brinda una oportunidad excelente para satisfacer las necesidades que tiene el bebé de que se le halague y acaricie. Tal vez sea esta una de las razones por las cuales los médicos recomendamos tanto la lactancia materna ya que es el mejor momento para el acercamiento físico y emocional, y se establecen parámetros de reconocimiento madre-hijo, de satisfacción mutua.

Tu bebé es una persona

Muchas madres solo se ocupan de cubrir las necesidades físicas de su hijos sin tomar en cuenta que a pesar de ser pequeños y no hablar, son personas que necesitan se les trate como tales, hablándoles, cantándoles, ofreciéndoles cariño.

Por otra parte hay madres tan preocupadas por su hijo que le ofrecen lo máximo de atenciones y terminan por angustiarlo, impidiéndole apreciar lo que implica su presencia.

Para el adecuado desarrollo psicológico y emocional, su bebé necesita tanto de las ausencias como de la presencia de su madre y familiares más allegados. Un niño que aprende a tener la certeza de que su mamá siempre regresará después de una ausencia, se sentirá más tranquilo y confiado, y a su debido tiempo se encontrará mejor preparado para independizarse y explorar el mundo.


Fuente

http://www.embarazada.com/articulo/los-primeros-dias

Eligiendo guardería

Por Merle Guadarrama

Una de las primeras decisiones más complicadas sin duda,  llamadas y llamadas y una búsqueda exhaustiva.

Además de lo difícil que es tomar esta decisión hablando sentimentalmente porque, al menos a mí, me provocó culpa de abandonar a mi hijo –aunque no sea así- , es aún más difícil por la poca información y accesibilidad que hay dentro de las guarderías.

En mi caso, fue hacer llamadas tras llamadas y citas tras citas, lo difícil fue que ya trabajaba y lograr que te den permiso diario para poder ver guarderías o un día entero para visitarlas es un gran tema en la oficina pero lo logré,  y es que ya no te dan informes tan fácil, ya es más condicionado a que acudas personalmente.

Quizá les cause gracia pero hasta hice una lista en excel catalogando cada una y calificando algunos parámetros como: seguridad, higiene, sistema de aprendizaje, entre otros.

Hice una gran lista y luego lo grafiqué. Sí, sí me dio tiempo de hacer esta locura pero me ayudó a elegir la guardería en donde actualmente está mi pequeño y no me arrepiento.

Ninguna por más que cumpliera mis expectativas me quitaba la culpa de dejarlo porque sentía que lo abandonaba y que él me lo reprocharía pero es la primer separación y su primer paso de independencia, preferí verlo así: mi bebé se está independizando.

Después del trámite llegó el momento de acudir a su primer día. Mi gran separación luego de 9 meses que estuvo día a noche a mi lado, en mis brazos… Lo alisté, le preparé su lunch y lo llevé en su cochecito.

Él feliz, se quedó tranquilo y contento. Yo, yo derramé lágrimas durante todo el camino hacia la oficina y sólo quería llamar cada 10 minutos para saber cómo estaba mi pequeño.

Llamé por supuesto y la respuesta fue que mi hijo estaba muy bien y muy sonriente, lo imaginé y me tranquilicé un poco.

Ahora sé que uno como mamá también debe aprender a soltar y confiar porque las educadoras o nanas también son nuestras aliadas y debemos hacer equipo a favor de nuestros hijos. 

Ahora veo a Alonso muy despierto, me sorprende lo rápido que se ha desarrollado en la “escuelita” y sé que es resultado de un buen trabajo en equipo ¿Si es difícil? Mucho pero es parte de esta gran aventura de ser mamá.

martes, 28 de octubre de 2014

10 cosas que debes saber cuando tienes hijos varones





1. Cuando tienes un hijo varón conoces al verdadero “hombre de tu vida” o si lo prefieres al príncipe de tu propio cuento de hadas.

2. Los varones son cariñosísimos con mamá (y no es que las niñas no lo sean, pero es que un varón se desvive por ti).

3. Si estás en la calle, llevarlos al baño no es motivo de estrés porque pueden hacer pipí en cualquier parte (es más, les encanta). En casa, debes aceptar que mientras aprenden a “apuntar” siempre hay que secar el WC después que lo usan.

4. Los superhéroes como Spiderman, Ben 10, Hulk, Capitán América pasan a formar parte de tu día y muchas veces terminas siendo la heroína de la historia.

5. Sus juegos son bruscos: les encanta saltar, correr, treparse en tu espalda cuando te agachas o brincarte encima. Pocas veces lograrás que se sienten a colorear.

6. Hay que aceptar que alguna vez terminarás en la emergencia de una clínica porque se lanzarán a toda velocidad con la bici por una bajada o se caerán mientras tratan de mirar el cielo al “volar” en el columpio.

7. Sólo usas tacones cuando sales sin niños porque correr con ellos, ayudarlos a treparse en el parque o jugar carritos en el piso, sólo es posible en tenis.

8. Desde bebés les encanta jugar con su pene, lo que es muy natural y les causa mucha gracia.

9. La complicidad que crean con papá es uno de los vínculos más hermosos que jamás verás.

10. Dormir con ellos es lo máximo porque siempre quieren abrazarte.


Fuente: http://www.inspirulina.com/10-cosas-debes-saber-cuando-tienes-hijos-varones.html

Las ventajas de un trabajo flexible

Por Claudia Castro

Aquí Mateo negándose a ser reportero, ja!



No estoy en contra de las guarderías, simplemente es un tema que está completamente fuera de mi cabeza.

De niña nunca fui a una guardería y en mi entorno tampoco fue algo de lo que siquiera se hablara. 
Creo que tiene mucho qué ver con que vengo de una familia en la que mi mamá dejó de trabajar para cuidar de mi hermana y de mí, y hasta la fecha lo más cercano que tengo a la idea de separarse madre e hijo es la inminente entrada al kínder.

Contradictoriamente, tampoco me vi nunca como una mujer que dejara de trabajar para dedicarse al 100% a sus hijos. Valoro mucho a quienes toman esa decisión porque sé que estar todo el día con los hijos y encima responsabilizarse de los quehaceres del hogar no es nada fácil, pero al día de hoy no he contemplado ni por equivocación dejar mi trabajo.

El periodismo es algo que me llena, disfruto salir a las conferencias, tener entrevistas, escribir mis notas… En fin, ya les hablaré otro día de esto. 

El punto es que ni antes de embarazarme, ni embarazada me detenía a pensar cómo resolvería este tema.

Con Mateo en brazos, mi esposo me planteó varias veces la necesidad de buscar alguna guardería y jamás, ni siquiera por Internet, busqué nada al respecto.

Esa idea mía de creer que puedo con todo, me hacía imaginar que las cosas serían más fáciles de lo que pensaba. Y no son fáciles, pero tampoco imposibles y aquí me tienen haciendo de todo.

Realmente me siento muy afortunada de tener un trabajo que me permite organizar mis horarios aunque a veces tenga que partirme en mil pedazos, y me da oportunidad de ser mamá, ama de casa y esposa sin dejar de ser la otra parte que tanto amo de mi vida, ser reportera.

En medio de todo esto, mi papá se ha vuelto un pilar súper importante para Mateo y para mí. Es mi brazo derecho para cuidarlo cuando Juan Manuel y yo andamos en el trabajo. Sin su apoyo quizá hubiera tenido que recurrir a la guardería en algún momento.

Por otro lado, sé que es posible que al decidir no llevarlo a una guardería y como hijo único, también estoy negándole la posibilidad de crecer más desenvuelto, pero lo veo jugar a un lado de mí mientras yo redacto mis notas, lo arrullo para que se duerma, compartimos la hora de la comida y muchas otras cosas en el día, que puedo asegurarles que ni a él, ni a mí nos ha hecho falta pensar en ese tema, o al menos no por el momento.

Por eso creo que a la hora que vayan a tomar una decisión de este tipo, lo mejor es pensar qué es lo que les hará sentir más tranquilas a ustedes como mamás o como papás, si es que toman la decisión junto con su pareja: ¿seguir trabajando, dejar de hacerlo y dedicarse a sus hijos, optar por la guardería, pedir ayuda dentro de su familia?

Mientras nuestros hijos nos vean contentos con lo que hacemos, no se sentirán mal de quedarse en la guardería, ni al cuidado de los abuelos, ni nosotros sentiremos culpa por dejarlos. ¿O ustedes qué opinan?

lunes, 27 de octubre de 2014

Cómo superar la depresión postparto

Por Beatriz Goldberg*




Tratar de encontrar al menos un momento para hacer cosas que nos gratifiquen. Después de que el bebé nace, muchas mujeres sienten que durante los primeros tiempos no son más dueñas de su vida, que han perdido totalmente su libertad. Es importante hacerse de un rato para ir a la peluquería, o al shopping, ir a tomar un café o invitar a amigos. Cada una sabrá cuáles son aquellas cosas que la hacen sentir bien.

Elegir el momento que les resulte más práctico para realizar este tipo de actividades. Si lo que desean es ir al gimnasio y se anotan a las once de la mañana y tienen que hacer malabares para que alguien les cuide el bebé, eso que tanto las gratificaba dejará de gustarles o directamente no podrán realizarlo más. Por eso es importante, por ejemplo, ponerse de acuerdo con la pareja y realizar esa actividad una vez que él está en casa y se puede quedar con el bebé (si es que no se cuenta con otro tipo de cuidadores, al principio).

Delegar tareas innecesarias. Si se puede, olvidarse de la casa y la comida, por ejemplo, es una idea excelente (o de la casa y la ropa, o de las compras, etc.). Hay que convencerse de que no se puede estar en varios lados al mismo tiempo, y menos con un bebé. Si piensan eso, lo intentan y fallan, se sentirán defraudadas e inevitablemente caerán en la tristeza.

Los comentarios de la gente no siempre están dirigidos a uno en forma personal. “Por suerte vos tenés tiempo, estás todo el día en tu casa” o “Lo único que tenés que hacer es estar todo el día con el bebé” no quiere decir que lo que hacemos no vale o no tiene ninguna importancia. Al contrario. Pero la gente muchas veces pone ejemplos y no se da cuenta de que está delante de una persona que está pasando por un momento muy especial y por una etapa de gran sensibilidad.

No descuidar el arreglo personal. No importa si la ropa que hay que usar es más amplia que la habitual, también puede ser linda. Tampoco importa si se ensucia o se arruga por el bebé. Tiene solución.

Reconectarse con gente que tuvo que ver con contigo antes del embarazo. A medida que los meses avanzan, la futura madre se va envolviendo cada vez más en el tema del bebé, el parto, la crianza, etc. Y va dejando de lado otras cosas que también le interesaban. Volver a sentirse cautivada por ellas es importante.

Buscar momentos de intimidad con la pareja. Tal vez comiencen a sentir algo diferente por el otro. Esto no significa que lo quieran menos. Simplemente están sintiendo algo diferente, lo que no quiere decir que el vínculo se esté deteriorando. Es más probable que la relación se torne más madura y más rica después de esta experiencia alucinante y conmovedora como es la de tener un hijo.


*Beatriz Goldberg es psicóloga y escritora, especialista en crisis individuales y de pareja. Coordina talleres y dicta cursos y conferencias sobre temas relacionados con su especialidad. Es autora de interesantes libros para la familia.
La columna anterior aquí publicada fue un aparte de su obra “Vivir el embarazo en Plenitud” de Lugar Editorial.
Para más información de la autora y sus libros visita su sitio www.beatrizgoldberg.com.ar

De vuelta al trabajo, ¿qué hago con mi hijo?

Por Ceci Torres

Al mes de que Diego nació empezó la duda de si era mejor una guardería o qué iba a suceder el día que yo tuviera que regresar a trabajar. 

Durante mes y medio me dediqué a hacer una lista de las guarderías por la zona de mi trabajo y de casa de mi mamá y mi suegra, justo por si necesitaba de su apoyo en algún momento.

De verdad fueron muchas las guarderías que recorrí, pero a todas les encontraba un pero: si dormían a los niños en colchones en el suelo, si les daban alimentos a muy temprana edad, si usaban biberones comunes, si la casa se estaba cayendo o con un mal mantenimiento, etc.

Les puedo dar una larga lista de todos los pros y los contras que le ponía a estos lugares y siempre ganaban los contras. 

Conforme pasó el tiempo me di cuenta que en realidad la que veía las cosas negativas era yo, ya que cuando veía a mi bebé tan pequeño creía que nadie iba a ser capaz de cuidarlo y darle la atención necesaria como yo.

Creo que por un lado es verdad, jamás nadie va a poder atender a nuestros bebés como nosotras por más que queramos, son nuestros, pero también creo que hay lugares que tienen la vocación y preparación para hacerse cargo de los bebés que tienen papas trabajadores y que es indispensable que los cuiden. 

Creo que las guarderías tienen sus pros: el niño se vuelve mucho más independiente y aprende a convivir con otros niños desde pequeño, además de hacerlos inmunes a varias enfermedades a temprana edad.

Por otro lado, creo que dejarlo a cargo de alguien cercano como las abuelas o tíos también puede ser una buena opción, ya que son personas que van a poder realizar la labor de cuidado y son personas allegadas a nosotros, sin contar que nos ahorramos un dineral. 

Justo ese fue mi caso. A los tres meses de que Diego nació me reincorporé a mis actividades laborales y mi mamá aceptó el reto de cuidar a su nieto medio día.

La verdad no me arrepiento ni un segundo. Mi mamá le dio el amor y el cuidado que creo, es lo más cercano a lo que yo le daba, además de desarrollar un amor y cercanía entre ellos que aún disfruto cuando los veo juntos.

Así que creo que la decisión debe de ser en base a las necesidades y posibilidades de los padres, ni una, ni la otra son buenas o malas. Sólo hay que confiar en que nuestros hijos están en las mejores manos y que la decisión fue lo mejor para ellos.


viernes, 24 de octubre de 2014

Hija, me enseñaste a vivir

Por Lizeth Hernández*




Bañarte, cómo alimentarte, arrullarte, vestirte, tus molestias, tus gestos, tus ojos hermosos que ya no ven hacia ningún lado cuando quieres dormir. Todo eso y más me lo ha ido enseñando la práctica de ser mamá.

Desde que te vi por primera vez, supe que tú eras la que venía a este mundo a enseñarme la mayor lección: vivir.

Sofía nació el 17 de septiembre del 2013 y desde ese momento me ha enseñado que yo debo de ser paciente para que ella lo entienda como lección. Que si los adultos nos equivocamos a pesar de nuestra edad y experiencia, ella comienza a vivir y no debo enojarme porque tira algo que seguramente tiene algún reparo.

Igualmente me ha enseñado a ser firme, porque a pesar de ser una niña pequeña, cada día aprende como obtener algo sin esforzarse. Es por eso que sé que lo olvida o que no puso atención pero en nuestro ejercicio diario de repetición, ella aprenderá límites y constancia.

Hoy sé que debo cuidar mi alimentación, eso también debo agradecértelo Sofi, porque ahora que juntas nos reímos frente al espejo, veo que primero me ves para reconocerme y así sabes que tú eres la que está a mi lado en el reflejo.

El redescubrir la vida a partir de mi bebé ha sido  una de las mejores recompensas y experiencias.

Desde que ella vio llover, ahora dejé de ver un problema de tráfico para convertirlo en un momento juntas y contar las gotas.

Desde que Sofi baila con la música, dejé solo de repetirla para admirar el ritmo, reconocer cada instrumento y bailar juntas, verle su emoción al descubrir cómo su cuerpecito puede moverse de diferentes formas, es maravilloso.

Gatear ha dejado de significar ensuciarse, para saber que ahora coordina a la perfección sus bracitos y piernas.

Por un tiempo, leí por hábito, sin reconocer el sentido real, ahora sé que cada palabra que pronuncio en los pequeños libros que le leo a mi hija adquiere un significado que  muy pronto podrá relacionarlo.

La hora de la comida es nuestro ritual, lo que antes para mí era una hora dentro de mi agitado día, ahora es un descubrir de texturas, una muestra de cómo avanza Sofi en su coordinación, como sé que algunos sabores no le agradan y hay algunos que le fascinan.

Así podría seguir enumerando ejemplos de todo lo que he aprendido en este año como mamá, pero la lección es diaria y la recompensa de darme una nueva visión de vida a partir de mi hija, es invaluable.


*Soy comunicóloga, mamá de Sofi desde hace un año. Me dedico a la producción de TV y a las Relaciones Públicas. Hace poco descubrí mi gusto por la repostería, actividad que me relaja.

Mi mejor decisión

Por Ana Luisa Huerta*




Convertirme en mamá ha sido la mejor decisión de mi vida.

Decidí que era hora de tener un bebé pero nunca imagine que mi vida cambiaría de esta manera.

Hoy corro todo el día como loca, como a medias, duermo a medias, pero cuando estoy con mis bebés me doy cuenta lo que realmente importa de la vida.

Desde siempre pensé que quería tener dos hijos en un periodo de tiempo corto con la finalidad de que entre ellos la pequeña diferencia de edad les ayude a estar juntos siempre y compartir los mismos gustos.

Aprendí que hay que esforzarse por dar lo mejor a los hijos, pero también hay que continuar con nuestra vida junto a ellos. Ellos llegan a tu vida, la complementan, pero tu rutina continúa.

Hoy sigo trabajando y ellos en la guardería. El que tengamos cada quien nuestro espacio nos ayuda a que cuando estamos juntos aprovechemos al máximo el tiempo.

Desde que Ana Sofí nació todos los días me enseña cosas diferentes. Me ha enseñado el amor incondicional y he aprendido desde cómo cambiar un pañal hasta cómo cuidar una enfermedad.

Su inocencia me ha hecho recordar lo que yo fui y valorar lo que mi madre hizo por mí.

Iker me ha enseñado que los valores de un hombre vienen desde la casa. Y así, me encanta la idea de pensar que debo esforzarme por formar a dos personas con principios pero sobre todo con sueños y anhelos.

Hoy me encanta mi rutina, a pesar de ser muy cansada, me encanta mi trabajo, estar con mis hijos, atenderlos, porque aún dependen completamente de mí.

Sé que desde el primer momento ya soy mamá y eso seré siempre, pero ellos no serán bebés toda la vida y quiero aprovecharlos al máximo.


*Mercadóloga y mamá. A mis 33 años tengo dos hermosos pequeños que llegaron a darle un nuevo sentido a mi vida: Ana Sofía de 2 años e Iker de 4 meses.

jueves, 23 de octubre de 2014

Como si fuera la primera vez

Por Sonia Soto


Mi vida tiene un parteaguas que es el nacimiento de mi hija.

Una vez escuché que alguien decía que su hijo cumplía un año más, pero para ella fue como volver a nacer, así que era como si dos nuevas vidas se hubieran gestado.

Esta frase me dejó marcada y creo que encierra todo lo que significa tener a Ana Luisa conmigo.

En efecto, el nacimiento de ella trajo consigo mi renacer, se que parece muy rebuscado, pero es una situación simple: mi hija me ha enseñado a ver cada cosa con el asombro de la primera vez, por decirlo de alguna forma recuperé mi capacidad para admirar cada instante y detalles por muy pequeños que sean.

Conforme Ana crecía yo aprendía con ella, bueno sólo tiene cuatro años, los aprendizajes son muchos, pero creo que el que más valoro es esa capacidad de asombro que me ha regalado todos los días de estos hermosos cuatro años.

Ahora sí que el alumno superó al maestro y me refiero a ello porque como madres pensamos que
somos las responsables de enseñar, pero pocas veces nos preparamos para recibir lecciones de nuestros pequeños.

Los adultos en general tendemos a dejar de ver esos detalles que la vida nos da, el ajetreo, el trabajo, los quehaceres diarios, hacen que poco a poco perdamos esa capacidad de asombro que a los niños les sobra.

Tener un hijo es como esperar los regalos bajo el arbolito todas las navidades, dice una amiga, y creo que definitivamente es así, mi hija me ha demostrado que la vida son instantes de felicidad que te llevas en el corazón y que al pasar de los años te llenan de regocijo y alegría cuando los recuerdas.

Mi hija me ha enseñado a amar de forma incondicional, por ello creo que ahora admiro mucho más a mi madre, porque sé que daría todo por mí, así como yo lo daría por Ana Luisa… sólo por verla sonreír.

Por supuesto que no puedo olvidarme de aprendizajes como la paciencia, una capacidad que creo explotamos más en los primeros meses, la etapa más difícil para mí de un pequeño, porque no puede expresarte qué le sucede, es prácticamente una labor de adivina entender el por qué de su llanto.

Como dije en el post anterior el instinto nos ayuda mucho, pero mientras aprendemos a hacerle caso sufrimos mucho, en ese sentido me siento también afortunada, siempre tuve a mi madre enseñándome todo lo que sabía y dándome un abrazo, de esos que alivian mágicamente cualquier preocupación o dolor.

Al principio este cambio en la vida es complicado de asimilar, sobre todo porque pierdes independencia y dejas de estar en el primer lugar de tus prioridades, pero hay una palabra mágica que te libera de todo malestar: ¡Mami!

miércoles, 22 de octubre de 2014

Ideas para el disfraz de Halloween


10 cosas que hay que hacer cuando estás embarazada

1. Dormir
Sobre todo los primeros meses porque conforme avance el embarazo y crezca tu panza no podrás encontrar forma de acomodarte y el cansancio irá en aumento. Eso sin contar que prácticamente dejarás de dormir recién nazca tu bebé.

2. Caminar
Hacer ejercicio con moderación es sano, además de que te ayuda a mantener buena circulación, evitar que tus piernas se hinchen y que subas de peso con todos los antojos que puedas tener.

3. Dejarte consentir
Aprovecha que tus familiares y amigos quieran saber cómo estás y tengan atenciones contigo y hasta te consientan. Cuando nazca el bebé pasarás a segundo término, así que déjate consentir mientras puedas.

4. Comer sano
Está bien que de vez en cuando le des rienda suelta a ese antojo de un pambazo con mayonesa a la media noche o un tamal con mermelada de fresa para desayunar, pero es importante que cuides tu peso y comas sano para evitar subir mucho de peso, no sólo podrías quedarte con estos kilos de más, sino que podrías incluso tener problemas con tu salud durante el embarazo.

5. Verte bien
Si bien todas las mujeres embarazadas tienen un brillo que las hace ver distintas, la “fodonguez” no aplica para este momento de tu vida. Preocúpate por verte bien, comprarte ropa que te haga sentir cómoda pero bonita, y peinarte, un gloss en los labios y máscara de pestañas nunca estará de más.

6. Acaricia tu panza
Disfruta ver y sentir crecer tu panza. Encuentra qué cosas estimulan a tu bebé, desde un helado de chocolate o dejar caer el agua caliente de la regadera sobre tu barriga y disfruta la experiencia de sentirlo mover dentro de ti.

7. Tómate fotos
No dejes pasar la oportunidad de tener un registro de cómo crece tu panza a lo largo de estos meses. Ya sea con la cámara de tu celular o en una sesión con un fotógrafo profesional, pero guarda un recuerdo de este momento irrepetible.

8. Escríbele una carta antes de que nazca
Por más que sientas a tu bebé en la panza y lo hayas visto en muchos ultrasonidos, no puedes imaginarte cómo será cuando lo tengas en tus brazos, así que date el tiempo de escribirle esta y otras experiencias que has tenido desde que lo llevas dentro de ti.

9. Ve al cine
Si eres de las que te gusta ir al cine o ver películas en tu casa comiendo palomitas abrazada de tu esposo, hazlo cuantas veces quieras porque una vez que nazca tu bebé, tardarás mucho tiempo en volver a tener un momento así.

10. Lee
Lee todo lo que puedas sobre la maternidad, el embarazo, los primeros meses del recién nacido. Si bien no te dará todas las respuestas a las dudas que empiecen a saltarte cuando tengas a tu bebé contigo, te ayudará a prepararte para lo que te traerá esta gran aventura que ya comenzó!!!

¿Y ustedes, qué otros consejos les compartirían a las nuevas mamás?

Descubriendo una nueva forma de amar

Por Merle Guadarrama 


Es muy complicado mencionar  sólo una cosa y ustedes mamis me entenderán pues creo que todas coincidimos en que nuestros hijos todos son bellos y únicos.

Lo que sí puedo afirmar es que  a lo largo de esta gran aventura que inició hace dos años y que estoy segura que continuará por mucho tiempo más, es que lo que más amo y me ha enseñado mí hijo es la mujer que soy hoy en día.

La mujer que él descubrió y que me enseñó que está en mí.

Él ha sabido transformar cada momento del día en un aliento de “échale ganas mamá”; una sonrisa en “tú eres la mejor mamá”; un beso y abrazo en “te amo tal y como eres”.

Me ha ayudado a saber lo fuerte que soy y los alcances que puedo tener, él es mi mayor apoyo. ¡Cómo no amarlo en su totalidad!

Sus ojos, su sonrisa, sus gestos, todo él me impulsa a seguir adelante y a luchar por un futuro mejor para él, para mí, para los dos.

Lo que más amo de mi hijo sencillamente es que es mi Ángel, y que es mi hijo.

Me ha enseñado a saber la fortaleza que existe en mí ser y el amor tan bello, sincero y puro que existe.

Él me enseña día a día la gran bendición de ser madre y de tener salud, amor y, sobre todo, el mejor regalo de la vida: él, mi bebé.

martes, 21 de octubre de 2014

Paciencia, mi mejor estrategia para ser mamá

Por Claudia Castro


En los casi 14 meses que llevo como mamá, he aprendido tantas cosas de Mateo, que este breve espacio no me alcanzaría para describirlas.

Sin embargo, durante estos meses me he encontrado con una parte de mí misma a la que no le había sacado su potencial como lo estoy haciendo ahora.

No sé si en realidad tenga algo que ver con que, como buena Virgo, soy extremadamente perfeccionista y si algo me molesta (o me molestaba hasta antes de Mateo) era que las cosas no me salieran como yo quisiera.

Y como era lógico, cuando me convertí en mamá, todas las cosas que vivía me estaban tomando tan de por sorpresa, que nada me salía como yo pensaba que las cosas tenían que salir.

Recuerdo el día que me quedé sola por primera vez a los pocos días de haber nacido mi hijo: Mateo lloraba, yo no entendía cómo es que decían que una mamá sabe qué tiene su hijo con tan sólo escucharlo llorar. No sabía cómo sacarle el aire después de comer, siempre se quedaba con hambre y por más que lo arrullaba no quería dormir. 

Él lloraba y yo junto con él.

No sé qué hubiera hecho esos días en los que las hormonas, el cansancio y la falta de experiencia me llevaban a pensar con frecuencia que no estaba siendo una buena mamá, si no hubiera tenido el apoyo que todos los días me daba Juan Manuel, mi esposo.

Y en esos días aprendí a ser paciente para disfrutar de mi nuevo papel de mamá. Dejé de pensar en que las cosas tenían que estar fríamente calculadas (¡Al menos no en esto!) y empecé a actuar con paciencia y a entender que los tiempos de mi hijo son diferentes a los míos.

Probé mil formas para intentar sacarle el aire hasta que por fin lo conseguí, he querido dormirlo de mil maneras hasta que ahora basta con que nos abracemos a ver un video para bebés que termina por conciliar el sueño.

Soy paciente cuando no quiere dormir y lo soy también cuando comienza a hacer un berrinche porque en aún esos momentos, lo miro a los ojos, mantengo la calma y así trato de transmitírselo, le digo que comprendo su sentimiento pero también que no tiene por qué actuar así. Y hasta ahora me ha funcionado.

En medio de todo esto me he soltado a disfrutar. A ser menos clavada en la perfección, ver más allá de las altas metas y sentirme una mamá plena con tan solo verlo jugar con mis perros, porque dicho sea de paso, ese es uno de los momentos que verdaderamente me llena.

A su lado he aprendido que la vida es mucho más sencilla que las telarañas que uno como adulto comienza a construirse y que terminan por convertirse en obstáculos.

Ahora disfruto de las cosas simples de la vida, como lo hace un niño, pero con las vivencias que me han dejado mis 31 años.


lunes, 20 de octubre de 2014

Las enseñanzas de mi hijo

Por Ceci Torres


Este texto me ha llevado mucho más tiempo del que pensé y es que cada que quiero escribir una cosa, se me vienen mil más. Creo que tendría que publicar tres semanas el tema para más o menos terminar. En fin, decidí resumir lo más que pude:


Predicar con el ejemplo
¡Cuántas veces no hemos escuchado esta frase! Pues yo le di significado hasta que Diego llegó a mi vida. A veces uno va por el mundo haciendo cosas como decir groserías al volante, expresarse de cierta forma, explotar fácilmente, pero cuando caí en cuenta que todo eso lo aprende y se le queda, entendí que ellos son nuestro espejo.

De ahí la importancia de hacernos conscientes de nuestros actos (cosa que por supuesto no es sencillo) pero que vale la pena detenerse día a día a revisar para poder modificar lo necesario y darles el mejor ejemplo que podamos darles.

Por ejemplo, enseñarle a decir buenos días, por favor, gracias, abrazar a un árbol, meditar, entender que los animales sienten, respetarse a él y a los demás es algo fundamental para hacerlos mejores seres humanos y por supuesto serlo uno también.


Disfrutar cada momento y vivirlo con inocencia:
En lo personal esta enseñanza me ha cambiado la visión de la vida.

Hoy, estoy segura que no importa la edad que tengamos si todos los días nos damos a la tarea de agradecer lo que tenemos y de sorprendernos con lo que la vida nos muestra.

Diego me enseñó que las cosas materiales o situaciones que creía que eran una bomba no tienen el mismo sentido al lado de una carcajada de él porque “me desmayé” y él va a ser el doctor que me atienda.

Qué importante es darle el valor que realmente tienen las cosas y ellos son lo más importante, vale la pena darse el tiempo para disfrutarlos y hacérselos saber.


El amor incondicional
Éste ha sido mi mayor aprendizaje. Entender y sentir algo mucho más grande de lo que jamás pude imaginar.

Desde que Diego crecía en mi panza, el hacer cosas que muchos pensarían que son de locos, como ponerle música, inventarle canciones, platicar con él, llorar de emoción al escuchar sus latidos y salir extasiada después de cada ultrasonido.

Hoy a sus tres años lo veo sonreír, crecer, enojarse, dormir y ser parte del mundo y mi corazón me dice que todavía se puede sentir más. Aprendí que soy capaz de amar pura e incondicionalmente con una sola mirada o pensamiento y esa sensación no se cambia por nada en el mundo.

Le doy gracias a Dios todos los días por seguir aprendiendo a su lado, por poder disfrutar y amar cada momento de mi vida, por darme cuenta que tengo aún mucho por aprender, pero que de la mano de Diego y de Jorge, mi esposo, podemos seguir sorprendiéndonos, riéndonos y agradeciendo todas estas oportunidades.

viernes, 17 de octubre de 2014

Prevenir es estar bien para nuestros hijos

En México, el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres y la cuarta causa de muerte en la población de entre 15 y 64 años de edad. De acuerdo con cifras de la aseguradora, el cáncer de mama representa el 31% de los 7,430 casos registrados por algún tipo de cáncer en su cartera de Gastos Médico Mayores, cuyo monto pagado durante este año y en este rubro es del 18% de los más de 952 millones de pesos gastados.

De acuerdo con la OMS, la detección temprana del cáncer de mama es fundamental para salvar la vida de una mujer, debido a que en la primera etapa de la enfermedad el 99% de los casos son curables, y por esta razón.










El instante que cambió mi vida

Por Alba Lara*




Siempre consideré que uno de mis proyectos de vida era ser mamá.

Para ser sincera, lo externaba pero jamás me visualicé como mamá. Sólo tenía claro que a cierta edad buscaría hacer realidad ese sueño.

Y un día, sin más ni más, por accidente si lo quieren llamar, por descuido, sin planearlo y sin considerarlo en ese momento de mi vida, la noticia llegó.

Dios decidió que ¡ya jamás estaría sola!

Y fue algo curioso porque mi noviazgo con Mario, mi esposo desde hace ya 4 años, tenía en aquel entonces apenas 3 meses y por si fuera poco, cuando recibí la noticia estábamos a kilómetros de distancia. Él en el DF, y yo en mi natal, Sonora.

¿Destino o casualidad haber conocido a Mario? No lo sé, sólo puedo asegurarles después de estos años que Dios no se equivoca.

Un día, mientras estaba sola, en el ambiente ruidoso del laboratorio en el que trabajaba, con todo tipo de líquidos y muestras corporales a mi alrededor, sin tener a alguien de mi familia o de mis amigos cerca, pensé, ¡ups, mi ciclo no ha llegado!

Y a pesar de que solo tenía un día de retraso, mi instinto fue tomar un torniquete, una aguja y lo que fuera necesario para realizarme yo misma la prueba de embarazo.

No se sí fue curiosidad o sólo quería confirmar algo que ya presentía.

Atenta y sin poder intervenir, sólo observé como esas "dos líneas" cambiaban en ese instante mi vida por completo, mi manera de sentir, de pensar, de actuar pero sobre todo de ¡AMAR!

No lo podía  creer… ¿Estaba feliz? ¿Asustada? ¿Nerviosa? ¿Triste? ¿Preocupada? ¡Era todo!

Es un conjunto de sentimientos que difícilmente una mujer puede expresar con palabras.

Tomé el teléfono y le marqué a mi amiga de toda la vida, Zayda y ¡Oh sorpresa, lo que recibí fue un “amiga, muchas felicidades” y llorando y a la vez riendo  juntas supe que era lo más maravilloso que me podía estar pasando en ese momento, incluso sin haberlo planeado y aún sabiendo que lo que seguía después de esa noticia era algo completamente incierto.

Unos minutos después, y ya un poco más aterrizada esa emoción le di la noticia al segundo actor de ese capítulo (pero esos detalles me los reservaré).

Sólo les puedo decir que al día de hoy estamos juntos y que somos un matrimonio inmensamente feliz al lado de dos angelitos que Dios quiso mandar a la tierra y para los cuales me eligió a mí para ser su madre.

Desde ese día, soy la mujer más feliz y dichosa por tenerlos.

¡Los adoro mi Emi y mi Carlo!


*Química de profesión, mamá de tiempo completo por decisión. Nacida en Navojoa, Sonora, ahora vivo en el DF al lado de mi esposo y mis dos "bukitos".

jueves, 16 de octubre de 2014

Cuando ser mamá no estaba entre mis planes

Por Sonia Soto

Debo de reconocer que una de las cosas que no figuraba en mi plan de vida era ser mamá. ¿La razón? Crecí en medio de muchos sobrinos y vi las que pasaban mis cuñadas y hermanos en medio de esta nada sencilla labor.

Fue la primera expresión que escuché de mis amigas más cercanas cuando les di la noticia: “la que no quería tener niños porque en su casa ya había muchos”, decían.

Cuando tuve la sospecha fui con mi esposo a la farmacia y compramos una prueba casera, nos sentamos en una banqueta y leímos cuidadosamente las instrucciones, pasamos un buen rato ahí sentados sin hablar, tal vez cada uno pensando en esta gran responsabilidad y cómo cambiaría nuestras vidas.

Llegamos a casa y me realicé la prueba, el resultado más que positivo fue el inicio de una gran aventura que hoy, a cuatro años considero, es la mejor de toda mi vida, y lo mejor es que cada día se escribe un álbum con muchas más.

El siguiente paso fue decírselos a los seres que me han enseñado y demostrado el amor más incondicional y sincero: mis padres.

Su reacción fue como la esperaba: apoyo incondicional, lleno de amor y siempre con un respaldo que hasta este momento me siguen dando en todos los sentidos.

Mi pequeña Ana Luisa aún no se comenzaba a formar y ya tenía a cuatro personas que la adoraban sin conocer su ojos, sin poder tocar sus manos, pero sintiendo su corazón aún a semanas de comenzar a crecer en mi vientre.

Inmediatamente comencé a documentarme, todo lo que hablaba sobre maternidad lo leía, todo me sirvió para darme cuenta que se debe vivir esta etapa sin tanta tensión, sí con responsabilidad, porque traer un ser a este mundo es increíble, pero ese instinto que tenemos, prácticamente resuelve la mayoría de las dificultades, no me pregunten cómo, simplemente es así.

Siempre he pensado que el amor lo puede todo, también que el amor de tu vida llega a romper ese plan que forjaste, y lo comprobé en carne propia: Gustavo llegó a romper esa vida que me había impuesto, me inspiró la maternidad y sí, cambió mi forma de concebirla.

Gracias a ello pude enamorarme de una personita que todavía no conocía, y sin temor a equivocarme sé que es lo mejor que me ha regalado la vida: sus sonrisas, sus miradas, sus ocurrencias.

Ese día definitivamente cambió completamente mi existencia, sigo cambiando para bien, aprendiendo sobre la marcha, pero sobre todo tratando de que mi niña sea muy feliz.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Estoy embarazada ¿y ahora?

Por Merle Guadarrama

Miedo fue la primer palabra que se me vino a la mente. El temor a lo desconocido  impero en mi ser, lo cual me causó un doble sentimiento (culpa y alegría).

Preguntas como: ¿qué voy a hacer? ¿Seré buena mamá? ¿Podré hacerlo? ¿Mi bebé me amará ya tan pequeñito?

Cada una de estas cuestiones se resolvieron día a día, el miedo no; ese predominó  hasta después de los tres meses.

Era un tema que a mi edad no tenía planeado y por consecuencia no sabía cómo abordar. Lo primero que hice fue compartirlo con mi pareja, pues consideré que ese temor tenía que ser de los dos para poder convertirlo en una gran alegría y así fue.

Lo invité a cenar y con una sorpresa le di la noticia, su rostro fue de alegría y anhelo, eso me ayudó mucho, me abrazó y me dijo: ¡Gracias por darme un  pedacito de nosotros!

Esas palabras me tranquilizaron ya que si a ustedes nos les pasó o están en esa situación, el miedo que uno siente a lo desconocido, a los cambios es normal y a la vez se siente una culpa por sentirlo porque es una vida y no sólo eso, es la vida de tu bebé.

Después del paso de los días lo que siguió fue decirle a la familia iniciando con la abuela, mi madre y gran apoyo, ella fue la más feliz. Así uno a uno de los integrantes de la nueva familia de (Alonso, mi bebé) se fueron enterando y todos coincidieron en una gran alegría; decían: serás una gran mamá.

Palabras de aliento, gestos, caricias y el hombro de cada uno me ayudó a ir superando ese temor a lo desconocido. Pero les decía que este sentimiento estuvo en mí hasta los tres meses y es que este miedo llegó cuando me dijeron que tenía problemas de retención en la matriz y que podía perder al bebé. Ese momento fue el peor momento de miedo y angustia que he tenido en mi vida.

¿Qué hice? Decirle a mi bebé que él no tuviera miedo, que yo estaba con él y que me ayudara a luchar por él, por nuestra vida juntos. Él con su gran fortaleza me demostró que ese miedo sólo nos quitaba fuerzas para conocernos y compartir nuestras vidas. Fue la primer gran lección que aprendí de mi hijo.

Las preguntas que me hice al principio se han ido resolviendo y se irán resolviendo día a día. ¿Qué si me ama aunque sea tan pequeño? Ahora sé que sí cada vez que me dice: ¡MAMÁ!

martes, 14 de octubre de 2014

¿Preparada para ser mamá?

Por Claudia Castro

Llevaba algunos meses queriéndome embarazar y no´más nada. A finales del 2012 platiqué con mi esposo y acordamos que antes de que se convirtiera en un deseo frustrado, dejaríamos ese tema por la paz y nos refugiaríamos en la idea de que los tiempos de Dios son perfectos y el bebé llegaría cuando tuviera que llegar.

Empezó 2013 y un día mientras escribía la nota del día siguiente, caí en cuenta que llevaba algunos días de retraso. Repasé cómo me había sentido los últimos días y enseguida supe que estaba embarazada.

Corrí a comprar la prueba de embarazo, los nervios estaban a todo lo que daban. Salió positivo, mis manos y piernas temblaban, sabía que era cierto porque tenía los síntomas, pero no lo podía creer. Tan no lo creí que se lo dije a Juan Manuel, mi esposo, hasta el día siguiente.

Al otro día volví a hacerme otra prueba. ¡Es que de verdad no lo creía!... Para cuando Juan Manuel regresó del trabajo se topó con un regalo que le había dejado en su buró. Contenía una mamila con la prueba de embarazo y una carta.

Apenas lo abrió no pudo contener las lágrimas y obviamente ¡yo menos! Nos abrazamos, lloramos y lloramos y lloramos… Entre que somos sensibles, cursis y la noticia simplemente nos volvía locos porque creímos que tendríamos que esperar otro rato antes de ser papás, ese día se convirtió en uno de los mejores de nuestras vidas.

Y aunque fue un bebé deseado, también la noticia me llenaba de muchos nervios. Me daba mucha emoción pensar en su llegada, pero a la vez me llenaba de dudas y temores sobre si sería una buena madre, si estaba preparada para tener a un bebé entre mis brazos.

Sinceramente creo que me convertí en mamá en el mejor momento de mi vida. No porque estuviera preparada para serlo (hoy mismo me pregunto si lo estoy), sino porque tenía plena conciencia de querer ser mamá.

Disfruté desde ese primer momento en que supe que un pedacito de mi esposo y mío crecía dentro de mí, hasta los antojos, los achaques, las apapachadas que yo misma me daba dándome el lujo de dormir cada que podía o tomar un baño caliente.

Disfruté ver crecer mi panza, acariciarla hasta decir basta, tomarme fotos, las visitas al ginecólogo y que la doctora me dijera que todo iba perfecto, enterarme que sería mamá de un niño y preparar su llegada, las atenciones y cuidados que tenían mis compañeros y jefe, y hasta podernos estacionar en lugares para embarazadas, jajaja!

Fui tan feliz mientras lo sentí crecer dentro de mí, pero creo que aún así no se compara con ver sus ojitos, besuquearlo, cargarlo, escucharlo reír. Son etapas distintas y uno tiene que soltarse a disfrutar. Ser la mamá de Mateo ha sido la bendición más grande de mi vida y aunque cada día saltan nuevos temores, en ninguna otra etapa de mi vida había sentido esa confianza en mí misma para pensar que puedo enfrentarlos y vencerlos.

lunes, 13 de octubre de 2014

Lo que sentí cuando supe que sería mamá

Por Ceci Torres



Mi experiencia es una historia un poco diferente, ya que cuando creí estar embarazada resultó que no.

Por si fuera poco tengo una hermana gemela la cual estaba buscando bebé al mismo tiempo que yo.

Durante cuatro días seguidos me sentía mareada y al principio creí que era porque me estaba extralimitando con el ejercicio, luego dije, ¿qué tal estoy embarazada? Así que corrí a hacerme la prueba y nada, y seguí con mi vida normal.

Días después vi a mi hermana en un evento familiar y en la conversación salió que llevaba algunas semanas intentando embarazarse. Entonces la tomé del brazo y corrí al baño a decirle que por favor se hiciera una prueba porque yo me había estado sintiendo mal. (Es importante comentarles que toda nuestra vida hemos sentido lo que le sucede a la otra, pero por lo general era ella la que sentía, como cuando me rompí el codo, ella no podía moverlo y yo llegué al hospital como si nada).

En fin, vi su cara de pánico como si no creyera, pero me dijo que prometía hacerlo. Dos días después sonó mi teléfono y era ella llorando, me espantó muchísimo, le dije “¿estás bien?” y solo entendí el “aunque no hubiera querido, eres la primera en enterarte que voy a ser mamá”. Aún se me llenan los ojos de lágrimas cuando lo platico.

Dos semanas después las náuseas se apoderaron de mí y yo juraba que mi sobrino me iba a hacer una mala jugada durante varios meses, pero un día una amiga me preguntó que si estaba embarazada porque mis bubis eran enormes jajaja!!... En esta prueba salió positivo, por lo que el malestar ya era mío y no de mi hermana.

Todo me tembló cuando vi la prueba en positivo, estaba segura que quería un bebé en casa, pero cómo saber si estás listas, cómo decírselo a tu marido, ¿esperar a que me cayera el veinte primero o que nos cayera juntos?

Decidí hacerlo en pareja, al siguiente día estaba plantada en el consultorio del ginecólogo para verificarlo y por la noche cuando Jorge, mi esposo llegó, se encontró con un camino de huellitas y una foto del ultrasonido al final. Lloramos de emoción, pero no podíamos ni creerlo.

Tengo que reconocer que ha sido la noticia que más emoción y pánico me ha dado al mismo tiempo.

Una nunca está lista para ser mamá, eso es completamente cierto, pero cuando supe que había una personita creciendo dentro de mí, no pude más que sentir un intenso amor y agradecimiento a Dios y a la vida por la oportunidad tan grande que me estaban dando.

Hoy, casi cuatro años después creo que fue la mejor experiencia y la mejor noticia de mi vida, todavía estoy convencida que uno nunca está listo jajaja!! Pero de lo que sí estoy completamente segura es del inmenso amor que le tengo a mi hijo y que no me equivoque en la decisión de traerlo a este mundo.

¡Bienvenidas!

Y de repente un día ya los teníamos en nuestros brazos...

Tan pequeños, tan frágiles, tan delicados, tan indefensos y nosotras queriéndoles dar todo y sin saber por dónde empezar, deseando tanto ese momento, creer que nos habíamos preparado para que, llegado el día, no nos tomaran tan desprevenidas y al final, tan inexpertas.

Hoy el acceso al Internet y las tecnologías nos permite acceder a un mundo de información, que al mismo tiempo puede perdernos y confundirnos.

En YouTube podemos encontrar videos desde cómo cambiar un pañal, cómo bañar a un bebé, cómo amamantar a un recién nacido, cómo prepararse para el parto y ya con nuestro hijo en brazos no tenemos ni idea de qué hacer.

¡Qué ganas de tomar al niño, ponerle play al video de YouTube y seguir los pasos 1, 2 y 3 para darle la mamila, sacarle el airecito y ponerlo a dormir!

Pero no, al final, a todas nos sorprende la maternidad.

Por más que hayamos leído, que nos hayamos “preparado”, que nos cuenten nuestras amigas, que hayamos visto decenas de videos en Internet y sigamos leyendo, y escuchando, y viendo… Cada bebé es distinto y la conexión que logramos con nuestros hijos es única.

Afortunadamente hay algo que nos ayuda a librarnos de esas terribles batallas internas entre el qué hacer y el qué no hacer, algo que nos permite alejarnos de los consejos encontrados de las suegras, las tías y los abuelos: el instinto maternal.

Ese instinto que se despierta cuando sentimos sus pataditas en la panza, o la primera vez que escuchamos su corazón como un caballito a todo galope durante nuestra visita al ginecólogo o cuando nos por fin vemos su carita cuando el pediatra nos lo presenta en la sala de cirugías.

Y todo eso que vivimos durante el embarazo y la llegada de nuestro hijo, es apenas el principio de todos los retos que ser mamá nos pone enfrente.

De eso justamente queremos hablar en este blog.

Somos 4 mujeres –más todas las mamás que quieran sumarse- compartiendo nuestras experiencias.

Mamás que hemos asumido este rol con amor, pero que sabemos que también se requiere mucha entereza y temple. Mamás que tomamos las cosas en serio, pero sabemos que vale la pena soltarse a disfrutar de nuestros hijos.

Sería muy pretencioso de nuestra parte decir que venimos a dar consejos de cómo ser mejores mamás.

Charla de Mamás no es una guía, es compartir y retroalimentarnos, apoyarnos en formar de la mejor manera y a través de nuestras experiencias a lo más preciado que tenemos: nuestros hijos. Así que, ¡bienvenidas!