jueves, 16 de octubre de 2014

Cuando ser mamá no estaba entre mis planes

Por Sonia Soto

Debo de reconocer que una de las cosas que no figuraba en mi plan de vida era ser mamá. ¿La razón? Crecí en medio de muchos sobrinos y vi las que pasaban mis cuñadas y hermanos en medio de esta nada sencilla labor.

Fue la primera expresión que escuché de mis amigas más cercanas cuando les di la noticia: “la que no quería tener niños porque en su casa ya había muchos”, decían.

Cuando tuve la sospecha fui con mi esposo a la farmacia y compramos una prueba casera, nos sentamos en una banqueta y leímos cuidadosamente las instrucciones, pasamos un buen rato ahí sentados sin hablar, tal vez cada uno pensando en esta gran responsabilidad y cómo cambiaría nuestras vidas.

Llegamos a casa y me realicé la prueba, el resultado más que positivo fue el inicio de una gran aventura que hoy, a cuatro años considero, es la mejor de toda mi vida, y lo mejor es que cada día se escribe un álbum con muchas más.

El siguiente paso fue decírselos a los seres que me han enseñado y demostrado el amor más incondicional y sincero: mis padres.

Su reacción fue como la esperaba: apoyo incondicional, lleno de amor y siempre con un respaldo que hasta este momento me siguen dando en todos los sentidos.

Mi pequeña Ana Luisa aún no se comenzaba a formar y ya tenía a cuatro personas que la adoraban sin conocer su ojos, sin poder tocar sus manos, pero sintiendo su corazón aún a semanas de comenzar a crecer en mi vientre.

Inmediatamente comencé a documentarme, todo lo que hablaba sobre maternidad lo leía, todo me sirvió para darme cuenta que se debe vivir esta etapa sin tanta tensión, sí con responsabilidad, porque traer un ser a este mundo es increíble, pero ese instinto que tenemos, prácticamente resuelve la mayoría de las dificultades, no me pregunten cómo, simplemente es así.

Siempre he pensado que el amor lo puede todo, también que el amor de tu vida llega a romper ese plan que forjaste, y lo comprobé en carne propia: Gustavo llegó a romper esa vida que me había impuesto, me inspiró la maternidad y sí, cambió mi forma de concebirla.

Gracias a ello pude enamorarme de una personita que todavía no conocía, y sin temor a equivocarme sé que es lo mejor que me ha regalado la vida: sus sonrisas, sus miradas, sus ocurrencias.

Ese día definitivamente cambió completamente mi existencia, sigo cambiando para bien, aprendiendo sobre la marcha, pero sobre todo tratando de que mi niña sea muy feliz.

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