jueves, 30 de octubre de 2014

Mi primer gran angustia

Por Sonia Soto Maya


Una vez pasado el mes de incapacidad que me correspondía al haber tenido a mi niña, separarme de ella no fue nada sencillo, pese a que sabía que no podía estar en mejores manos: las de mi madre.

Ese día fue muy muy largo, tal vez uno de los más largos de mi vida. A unos minutos de haberla dejado comencé a llorar en el coche, Gustavo me abrazó me dijo que iba a estar bien, pero sentí una tristeza muy profunda por la separación.

Creo que esa angustia no la volví a sentir hasta que cumplió un año y medio. Nuestra rutina cambió nuevamente, por diversas circunstancias mi mamá no podría cuidarla los martes y entonces fue cuando decidimos que iría a la guardería.

Yo tenía identificada una, siempre que pasábamos por el lugar donde estaba ubicada pensaba que era el lugar perfecto para que Ana se quedara una parte del día.

Pues bien, el día llegó y fuimos a visitar la guardería que yo había elegido, aún sin siquiera haber entrado a ella, eran días complicados pues se acercaban las vacaciones de diciembre, y no encontramos a la directora, nos atendió una Miss.

Escuchamos atentamente todo su plan de estudios y nos mostraron las instalaciones, el momento de escuchar el costo de la colegiatura y los materiales fue muy decepcionante para mi, pues no estaba dentro de mi presupuesto, creo que seguía aferrada a que Ana Luisa estuviera ahí, sin embargo, el destino me tenía preparada otra cosa.

Caminamos hacía el coche, cuando de repente encontramos un kínder y guardería, decidimos preguntar, ya que andábamos en eso: En esta ocasión sí encontramos a la directora del plantel.

Era una señora con una voz muy fuerte, ella siempre decía que no necesitaba ni micrófono para que la escucharan, nos sentamos en su oficina y su primera pregunta fue ¿cuáles son sus necesidades?

Desde ese momento comencé a sentirme cómoda con ese espacio, además de que la directora me inspiró mucha confianza: Miss Sara tenía una personalidad arrolladora, era de esas personas que sobresalen en donde quiera que estén.

Ese mismo día Ana Luisa tuvo su primer día, llegamos y le llamó la atención una fuente que estaba en la entrada, ahí se la llevó una de las maestras para distraerla en lo que nosotros salíamos sin que nos viera.

No les puedo describir la angustia que sentí, cuando pensé que ya no le hacía falta y que me había cambiado por el agua de la fuente. Mi instinto nuevamente me decía que estaría bien, fue el mismo que me llevó a elegir ese lugar, sin embargo, si intento describir la sensación fue como si me quitaran una parte de mí.

La situación no fue nada fácil durante una semana, Ana me tomaba de la ropa y no me soltaba cuando llegaba a dejarla a la guardería, fue parte del proceso de adaptarnos a esta nueva etapa ¿cómo lo sé?

Una semana después Ana ya ni se despedía, llegábamos a la puerta y solita tomaba camino.

Si quieren saber si la guardería que eligen para su hijo es la correcta, sólo vean su actitud, sabrán inmediatamente, si las maestras los tratan bien, si están contentos de llegar ahí. 

En el caso de Ana Luisa llegamos al lugar correcto: todos mostraban su cariño y dedicación por todos los niños del Roads School, desde la señorita Lucy que nos recibía en la puerta, hasta el señor Víctor que se encargaba de la limpieza.

En ese lugar Ana se volvió más sociable, aprendió a hablar, realizó su primer baile de primavera y dejó de usar pañal. 

Tal vez ella no recuerde a Miss Evelin, su primer maestra, pero yo siempre estaré muy agradecida por todo lo que le enseñó, pero sobre todo, por el cariño que le dio a mi niña. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario