viernes, 7 de noviembre de 2014

Con un angelito en el cielo

Por Gina Rangel*




Cuando cumplimos un año de casados Luigi y yo decidimos empezar a "hacer la tarea" para que llegara a nuestra casa el primer bebé.

Todo empezó muy bien, hasta que mi deseo de ser mamá, a los 6 meses de intentar embarazarnos, ¡se volvió desesperación!

Bueno, con decirles que, por consejo de mi gran amiga Lis, mi esposo me compró una perrita labrador para calmar un poco mi instinto materno... ¡Estaba a dos de la locura!

Hasta que por fin llegó el día del atraso, y fueron 2, 3, 4 días. Pedí rápidamente una prueba de embarazo a la farmacia, esperé a que llegara Luigi del gimnasio y ¡prueba positiva!

Me acuerdo tanto que Luigi se metió a bañar en lo que daba el resultado y cuando vi las dos rayitas abrí la puerta para enseñarle y los dos llorando supimos que íbamos a ser papás!

¡Por fin la espera había terminado!

Por supuesto desde ese día empecé a usar batitas y blusas aguadas, ¡quería que el mundo entero supiera que iba a ser mamá!

Fuimos al doctor al día siguiente para ver a nuestro retoño, mi adorado doctor nos dijo que debíamos esperar una semana más porque nuestro huevito tenía un tamaño muy pequeñito.

Así que la espera crecía igual que el anhelo de ser mamá.

Todo iba normal, con monitoreos 2 veces por semana. Hasta que un lunes, a los 3 meses de embarazo llegamos mi esposo y yo al ultrasonido y el doctor nos dio la noticia de que el corazón de nuestro bebé había dejado de latir.

Fue la peor noticia que habíamos recibido en la vida, por más que intentábamos reponernos era imposible.

Legrado, hospital, y lo peor... ¡Ya no estaba embarazada! Ahora, a decirle a todo el mundo la noticia.

¿Qué te dicen? No hay palabras que consuelen el vacío tan inmenso.

Después de casi 2 meses de llorarle a mi adorado angelito, decidí retomar el sueño de ser madre y al mes ¡estábamos embarazados nuevamente!

El corazón de nuestra bebé latía como un caballito a todo galope. La primera experiencia del sonido del latido del corazón fue tocar el cielo. Hasta hoy puedo decirles que es lo más sublime que he escuchado, era la melodía de la esperanza, de la fe y del amor profundo.

Fue un embarazo hermoso, lleno de salud y mucho amor, ¡Luigina crecía y se movía a la perfección!

La noticia de que era una niña nos llenó de ternura y amor.

Por fin llegó el día programado, porque mi señorita decidió que no quería nacer. El 22 de julio del 2011 me convertí en mamá, justo un año después del legrado, el 22 de julio del 2010.

Hoy soy mamá de 2 niñas hermosas y tenemos en el cielo un ángel que nos cuida a los 4, que a pesar de su corta vida vino a acomodar muchas cosas, llenó de amor y de fuerza a su madre y me preparó para recibir con todo a sus hermanas.


*Mamá y chef. Cuando nació mi segunda hija decidí dedicarme a ellas y soy la más feliz. ¡Ahora las gozo 24/7!... Doy clases de cocina en casa. Me ha cambiado la vida y ¡lo amo!



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