viernes, 21 de noviembre de 2014

Felicidad y Fuerza

Karina Andrew*




El 9 de mayo de 2013 mi vida dio un giro de 360 grados y entendí el verdadero significado del 17 de Noviembre, el Día Mundial del Bebé Prematuro. Iñaki, mi hijo, es un digno representante de ello.

Me invadió el temor de esta condición y con ello todas las preguntas del mundo habitaban 24 horas a mi cabeza.

Sin embargo, cuando Iñaki y yo estuvimos juntos por primera vez en ese abrazo que duró sólo unos minutos, supe que había dado vida a un guerrero que lucharía con todas sus fuerzas por superar eso… ser un bebé prematuro.

Las razones por las que adelantó su llegada, medicamente son muchas… que si la preeclampsia, que si la presión alta y tantos y tantos términos médicos que escuchas por primera vez y sólo te infunden eso… temor

Sin embargo, yo me quedo la mejor explicación que  me ha demostrado todos los días… El amor.
Sé que adelantó su llegada porque ya deseaba estar en mis brazos. 

Historias en el hospital escuché muchas… y en cada visita al cunero, las caras de todas las mamás que esperábamos puntualmente que dieran las 12 hrs para entrar a visita, eran las mismas.

Tan diferentes e iguales a la vez, las mismas facciones, miradas, movimiento de manos, el semblante…y hasta la misma respiración… temor y esperanza por recibir el parte médico del día.

Observar cómo en el cunero de "parto normal" las mamás entraban y abrazaban a enormes bebés y de fuertes llantos… era envidiable.

Siempre mantuve la fe porque al entrar, (después de ponerme la bata esterilizada, lavarme la manos hasta los codos, con el jabón especial y todas las indicaciones dadas), el doctor me diera "buenas noticias".

Algunas mamás los tocaban con un dedo, otras, sólo le hablaban…Yo quería comérmelo a besos…a ese ‘pedacito de carne’ lo tocaba completito, le hablaba, le cantaba.

"Mi amor, aquí estoy como siempre, te amo. Todos te esperan en casa", palabras y cantos que reconocía, porque sabía que yo era su mamá y que lo amaba.

Había bebés que llevaban más de dos meses ahí, con altas y bajas sólo por una razón, porque fueron prematuros.

El 15 de mayo, llegué tarde a la visita, y al llegar el pediatra sólo me preguntó: ¿Trae su ropa y papeles? Contesté un "Sí", con mucho miedo…

Pase a vestirlo mami, hoy se lleva a su bebé a casa; las lágrimas salieron y sólo dije: ¡Mil gracias!

Iñaki sólo estuvo 5 días en el hospital y aunque la ropita le quedaba enorme… salió en mis brazos, tan sano como un "bebé normal".

Hoy grita, sonríe, se enoja y me besa, como un "bebé normal"… pero Iñaki siempre sabrá que Dios lo mandó antes, que fue un ¡Hermoso bebé prematuro!


*Periodista. Todos los días protagonizo la mejor aventura de la mano del amor de mi vida, ¡Mi hijo!

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