miércoles, 5 de noviembre de 2014

Educando a través de la crianza natural



Está surgiendo con fuerza un movimiento entre las mujeres madres que cada día tiene más adeptos. Unos lo llaman crianza natural, otros, crianza con apego. Su particular revolución consiste en volver a lo orígenes en lo que a los cuidados de los bebés y los hijos se refiere. Conscientes de la vida llena de prisas que llevamos muchos padres, han levantado la mano para decir: un momento, por favor, aquí algo está fallando. Los niños no necesitan tantas cosas, no necesitan tantos juguetes, ni tantas actividades extraescolares. No desean tantos estímulos artificiales.

Los niños necesitan volver a ser niños y los padres volver a ser padres. Fuera los manuales, las terapias conductistas, cómo enseñarles a dormir, normas hechas para que el adulto no se estrese, aprendizajes fuera de su tiempo. Es una vuelta a la crianza de antes: dar el pecho sin prisas, sin horarios, dormir con los hijos cuando lo necesitas, darles muchos abrazos, muchos besos, decirles constantemente que se les quiere, educarlos con respeto y para que respeten. No se trata de no poner normas, se trata de establecer límites, que entiendan por qué se hacen las cosas pero sin gritos ni castigos físicos.

Tanto está calando el mensaje, que tiene a uno de sus principales impulsores en el pediatra Carlos González y cada vez proliferan más por la red blogs de padres/madres hablando y contando las numerosas ventajas de lo que defienden.

Por supuesto tienen detractores. Personas que opinan que están criando hijos sin límites, en exceso mimados. Ellos se defienden diciendo que no los malcrían, simplemente que respetan al niño como ser humano que es y, dentro de las posibilidades de entendimiento en cada edad, se dialoga y se llega a un pacto.

Pero esta tendencia arranca ya en el embarazo. Y si hay un punto conflictivo ése es el parto. Algunas asociaciones como www.elpartoesnuestro.es defienden una mayor humanización en los mismos y menos medicalización, es decir, dejar que sea la naturaleza la que vaya poco a poco dilatando sin presiones psicológicas o médicas (gotero de oxitocina). Por su parte, muchos médicos se defienden diciendo que los partos, por muy naturales que sean se pueden complicar y que la presencia médica se hace indispensable.

Bimba Bosé, modelo, DJ y cantante, tiene dos hijas. La primera, de 8 años, nació en un hospital. La segunda, de 3, en casa. Bimba forma parte de esa corriente que no desea que a la mujer se la trate como un ser sin capacidad para decidir sólo porque está teniendo unas fuertes contracciones. No está sola, cada vez hay más mujeres (y hombres) que apoyan la tesis de que los partos deberían ser más humanizados, dejar a la mujer caminar, ponerse en cuclillas cuando le viene una contracción. Posturas, todas ellas, mucho más naturales que estar tumbada que, por la ley de la gravedad, dificulta el trabajo de parto.

Acaba de publicar un libro, «Y de repente soy madre» (ed. Temas de Hoy) donde se sincera de una manera muy clara sobre cuáles fueron los sentimientos que tuvo durante la gestación, parto y crianza de sus hijas. Se considera, en el fondo como madre, una mujer clásica, tradicional. Pero para ella ser tradicional supone otras cosas que no son necesariamente lo que otros entienden.


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